Pasamos buena noche y nos pusimos en
ruta pronto, los primeros kilómetros fui muy pendiente del
comportamiento de la rueda, afortunadamente no noté nada extraño.
Según nos acercábamos al taller encontramos una carretera cortada
por obras, la alternativa del gps era hacernos cruzar un canal por un
estrecho puente que no me ofrecía ninguna confianza y menos después
de lo de ayer. Circulamos unos cuantos kilómetros más y todo su
empeño era que hiciéramos un cambio de sentido, a lo que yo me
negaba pues era para llevarnos al puente de marras. Cuando quisimos
darnos cuenta estábamos en los alrededores del puerto de Livorno, ya
si que había que hacer un cambio de sentido. La fortuna esta vez
nos sonrió y pasamos junto a un taller de Michelin. Entramos, le
conté a un trabajador lo
que nos había pasado y le pregunté si podía echar un vistazo a la
rueda, lo hizo y nos tranquilizó: la rueda estaba en condiciones
para emprender el viaje de regreso.
Podíamos emprender la vuelta, y
así lo hicimos poniendo rumbo hacia un pueblo de la Provenza
francesa (Pélisanne). Atravesamos nuevamente los más de 170
túneles, cruzamos la Costa Azul y ya de noche llegamos al destino
para pernoctar.
Al día siguiente otra buena panzada
de kilómetros hasta llegar a Cambrils sobre las 7 y media de la
tarde a casa de nuestros amigos Joan y Rosa, después de cenar nos
llevaron a un delicioso concierto de jazz en una sala pequeña, que
nos encantó. Este es el grupo que actuaba THE HOT PICKLES QUINTET
(hay algún vídeo suyo en youtube, merece la pena escucharlos).
A la mañana siguiente nos llevaron
de excursión al bello pueblo de Siurana en el Priorato.
Después de un rato de sobremesa nos
pusimos otra vez en marcha con rumbo a Calatayud, se nos hizo algo
tarde y terminamos pernoctando en La Almunia de Doña Godina.
La mañana del domingo 23 llegamos a
encerrar la autocaravana y a comer a Madrid.
Han
sido 20 días de intenso viaje, muchos kilómetros, situaciones
complicadas, empacho de arte, buena comida, hermosos lugares, buen
vino, climatología variable y peor de la esperada,
gas-oíl carísimo en Italia. Gente pícara y gente maravillosa....
Toscana bien vale un detenido viaje,
habrá que volver para recorrer los muchos lugares que nos han
faltado. La experiencia adquirida nos servirá para disfrutar más y
sufrir menos.
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